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06/11

Juan Ignacio Eyzaguirre: «Intentar quedar bien con todos generalmente empaña el verdadero propósito de las empresas»

En entrevista con ESGHOY, el autor del libro "(Des) Propósito", aborda los desafíos de las compañías en materia de sostenibilidad. "Son instituciones sociales que, aunando personas y capital, solucionan algún problema de la sociedad, proveyendo bienes o servicios requeridos por la gente", dice y aterriza el rol de los gobiernos corporativos, la forma de medir ESG y las regulaciones.

«Desde la distancia, tengo al impresión que en Chile hay una creciente preocupación por los compromisos de la empresa respecto a su impacto en la sociedad, lo cual me parece positivo», señala de entrada Juan Ignacio Eyzaguirre, el autor del comentado libro «(Des) Propósito», que va camino a agotarse y que pronto será lanzado internacionalmente.

Autor de varias columnas de opinión, radicado en Francia donde se desempeña como vicepresidente de Nexans, el ex Quiñenco, nos entrega su mirada de cómo el mundo empresarial chileno está abordando los criterios ESG y si en una de esas alguien está «fumando ESG», como titula uno de sus escritos.

Según el ingeniero civil, «ha habido un entendimiento balanceado de las definiciones de ESG», aunque advierte que  «lamentablemente en ocasiones se han prestado para excesos que confunden el correcto rol empresarial».

Eyzaguirre valora el interés que se ha generado en torno al debate del quehacer del sector privado, a la importancia de abrir estos temas en mesas de directorio y salas de gerencia y a la mesura por parte del regulador al «limitarse a solicitar mayor entrega de información más que imponer arbitrariamente la división de empresas “buenas”, “verdes” o “sustentables” bajo indicadores pre-definidos, lo que ha generado despropósitos y sin sentidos en otras geografías».

El valor de la legitimidad social

¿Qué cambios cree que debería existir al interior de los gobiernos corporativos para pasar de las intenciones a las acciones?

Primero, debe existir una clara definición de cómo enfrentar las múltiples demandas de la sociedad. Tal ejercicio gatilla una profunda reflexión sobre el verdadero propósito de la empresa. Aquello que justifica su existencia, aquel problema que busca resolver para la gente.

Segundo, hecha esta definición, los gobiernos corporativos deben asignar responsabilidad para alinear las decisiones estratégicas con su propósito: la asignación de capitales, de talentos, recursos y prioridades. Me ha tocado ver que cuando las empresas y sus gobiernos corporativos alinean una clara definición del propósito, de su estrategia y de sus recursos, se despejan las confusiones abriendo el camino para la creación de valor de largo plazo.

¿De qué manera el caso de información privilegiada en Cencosud puede impactar al resto de las compañías?

Hoy a las empresas y a sus líderes se les pide no solo ser sino también parecer los buenos de la película. Frente a la erosión de la legitimidad de las instituciones democráticas, la sociedad ha levantado un llamado dramático a nuevos liderazgos para solucionar los problemas de la gente. Por ello, el rol de los gerentes no es solo manejar eficientemente sus empresas sino también detentar la legitimidad social para liderar estas instituciones tan importantes para la sociedad.

Frente a las pérdidas de confianza, como el uso de información privilegiada, las empresas deben defender su legitimidad social sin importar cuan drásticas sean las acciones que deban tomar. Por ello, los liderazgos empresariales y los gobiernos corporativos deben ser sumamente diligentes en cuidar la frágil confianza que la sociedad les entrega.

La clave del propósito y el nexo empresa-sociedad

¿Qué cree que le hace falta al mundo empresarial chileno para dar un salto cualitativo en los temas medioambientales, sociales y de gobernanza?

Una de los problemas que aquejan a las grandes empresas es la distancia entre sus liderazgos y el día a día de la relación de la empresa con las personas que la rodean: clientes, empleados, proveedores y comunidades.

El verdadero salto cualitativo viene de transformar a las empresas en su mejor versión para las personas por quienes trabajan. Ello implica una meridiana definición del propósito de la empresa, sin trucos de marketing, sino que conectada con lo que la compañía realmente hace, basada en un conocimiento directo de como la compañía actúa con sus incumbentes.

Por ejemplo, un ejercicio interesante para un gerente general debería ser llamar a la Atención al Cliente de su empresa con un problema concreto y ver con cuánto respeto los procedimientos de su empresas están tratando a sus clientes. Entrevistarse con sus proveedores para entender la calidad de las relaciones con el departamento de compras y, sin duda, conocer de cerca el involucramiento institucional de la empresa con las comunidades con las que le toca interactuar.

Cuando los liderazgos comprenden esto, las empresas logran saltos cualitativos en sus compromisos. No creo que indicadores o regulaciones sean las recetas para los anhelos de crear las mejores empresas que podamos en Chile.

¿Y cuál debería ser EL propósito de las empresas en Chile para no solo quedar bien con todos, sino que realmente hacer un trabajo serio y responsable con su entorno?

Para un buen entendimiento del propósito de las empresas, hay que partir por preguntarse ¿por qué la empresa existe? ¿qué necesidad o problema de la gente dio origen a que se articularan personas y capitales para resolverlo? Cuando la empresa, sus liderazgos y sus personas entienden el trabajo que deben hacer para servir a las personas por las que trabajan sucede que las empresas entienden realmente como comprometerse seria y responsablemente con su entorno, en lugar de envalentonarse con compromisos que muchas veces tienen poco o nada que ver con su propósito.

Intentar quedar bien con todos, por el contrario, generalmente empaña el verdadero propósito de las empresas y las desorienta en lo que realmente deben enfocarse para servir bien a la sociedad.

¿Cree que muchas empresas siguen “fumando ESG” como lo dijo en una columna hace algunos meses?

Hay una peligrosa confusión prevalente en el mundo empresarial. Muchas veces se mal entiende la sostenibilidad en el cumplimiento de indicadores ciegos o compromisos populares que no dicen relación con la visión de hacer de las empresas las mejores versiones de si mismas para servir a la sociedad.

Cuando tales confusiones están presentes en las mesas de directorio o salas de gerencia sucede que las empresas comienzan a “fumar ESG”, como algunas grandes tabacaleras que “ganado puntos” se han ubicados en lo alto de los rankings ESG distrayéndose de su verdadero propósito.

Mencione tres claves para lograr ser una empresa sustentable y no caer en el “greenwashing”

Primero, entender a cabalidad el propósito de su empresa basado en el problema que resuelve por la sociedad. Segundo, comunicar en forma transparente y honesta ese entendimiento a pesar de que no sea “salvar el mundo”. Y, tercero, luchar con fuerza contra cualquier esfuerzo que intente escindir el parecer del verdadero ser de la empresa.

Indicadores contradictorios y «cuidadosos con la regulación»

Hoy existen muchas formas de medir los avances en sustentabilidad y/o implementación de los criterios ESG ¿Cree que los indicadores que se utilizan son los adecuados?

Lamentablemente muchos de los indicadores ESG son parte del despropósito que cito en mi libro. Hoy existen más de 1.500 indicadores ESG, muchos de ellos contradictorios, cuya percepción no necesariamente se condice con su realidad. Peor aun, recientemente se han puesto en la palestra a las principales agencias de rating ESG por los conflictos de interés que enfrentan. Un estudio reciente demostró curiosas correlaciones entre las empresas que más interactúan con las agencias (y pagan las comisiones de por medio) con mejores ratings ESG.

Es una lástima, pues desvirtuar la sostenibilidad y el aporte de las empresas a la sociedad puede generar un profundo daño a la confianza, tan necesaria para los desafíos para mejorar el sistema económico-social de nuestras democracias.

Usted ha sido uno de los críticos en la forma de medir y de cómo las empresas hacen uso de estos criterios para mostrar una cara sustentable. ¿Cómo podrían las empresas generar una confianza real de que están haciendo bien las cosas?

Ha sucedido que muchas empresas se han entrometido en áreas que no les competen, por ejemplo la pelea del ex CEO de Disney con el gobernador de Florida por la ley que prohibía a profesores de primero básico hablar de género, o empresas que se han manifestado sobre el conflicto árabe israelí, antes y ahora en las circunstancias de la guerra de Gaza.

Creo que lo fundamental para ganar la confianza de la sociedad es que las empresas hagan muy bien lo que les compete, aquello que justifica su existencia.

Las compañías son instituciones sociales que, aunando personas y capital, solucionan algún problema de la sociedad, proveyendo bienes o servicios requeridos por la gente. Ahí yace su propósito, el cual debe orientar sus decisiones sobre cuándo, cómo y por qué actuar frente a las múltiples demandas de sus incumbentes. Generalmente, las decisiones de la empresa en ámbitos más allá de los usuales debe estar circunscrita al problema que la compañía busca resolver y que justifica su existencia.

¿Es necesaria una mayor regulación para la implementación de los criterios ESG o basta con la auto regulación?

Creo que hay espacio para la regulación en los criterios ESG, sin embargo, debemos ser sumamente cuidadosos. Una entrega razonable de información de las empresa a sus incumbentes es algo positivo, en lo cual el regulador tiene un rol importante que jugar. Sin embargo, debemos resguardarnos de reguladores que intenten imponer mediciones de “lo bueno”, “verde” o “sustentable”, pues medir tales adjetivos ha probado ser complejo, dañino y arbitrario.

La verdadera sostenibilidad es una relación mutuamente positiva de largo plazo con todos los incumbentes. Y, al fin y al cabo, no hay empresa que sobreviva sin clientes, empleados, proveedores, comunidades ni ciudadanos. Una gestión basada en la creación de valor de largo plazo se sostiene en esos principios de sustentabilidad más que en indicadores impuestos por el regulador de turno.

De acuerdo con su experiencia, ¿qué modelos debería estar mirando Chile para lograr una mayor sustentabilidad en su economía?

En la economía global hay múltiples acercamientos a la sustentabilidad. Dejando a la economía China de lado, hemos visto un contraste entre el modelo de sostenibilidad que la Unión Europea ha comenzado a imponer a sus empresas versus los intentos Estadounidenses. En Europa, el regulador en Bruselas ha intentado categorizar las actividades económicas en taxonomías sustentables, lo que ha probado ser extremadamente complejo, incompleto y muchas veces absurdo. Por ejemplo, a los pocos meses de publicarse la primera taxonomía, la Comisión Europea comenzó a discutir a reclasificación del gas natural como energía verde, pues se dieron cuenta que era imposible manejar la transición energética sin algunos combustibles fósiles. Por otro lado, en Estados Unidos se ha dado una competencia entre modelos, sin embargo, tal competencia se ha politizado en exceso afectando más aun las decisiones de empresas por el miedo a situarse en medio de las tensiones políticas.

Cuando cada empresa decide su rol en la sociedad, y lo comunica transparentemente, su definición compite por clientes, empelados, proveedores, comunidades y apoyo ciudadano. Son justamente las personas y su libertad las que dictarán cuales empresas acertaron en adaptarse a los nuevos tiempos. Por ello, asegurar la libertad de las empresas y las personas es la piedra angular para una correcta definición del rol empresarial y el mejor seguro para un correcto funcionamiento del sistema empresarial al servicio de las personas y el progreso.

 

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